jueves, 6 de diciembre de 2007

Contratapa

Una provincia, en un país como el nuestro, es bastante más que la división geopolítica de un territorio. Es una cierta manera de entender el mundo y un lugar desde donde mirarlo.
Cuando vine a vivir a Buenos Aires empecé a darme cuenta de que soy una escritora de provincia. Acá comencé a escribir de allá. Y no arrastrada por la nostalgia si no, tal vez, asombrada por el universo tan particular que, por ser de allá, podía reescribir, ficcionalizar, refundar desde acá. Acá siempre es la literatura, vaya adonde vaya.
Una chica de provincia reúne tres libros de relatos que son mi trilogía de Entre Ríos. Los dos primeros –Niños y Chicas lindas- narran historias iniciáticas. Los primeros careos con la muerte: la curiosidad que provoca ver el primer cadáver de nuestras vidas; el dolor por la muerte de animales queridos; la muerte de otro niño como la revelación de una verdad espantosa: los chicos también pueden morirse; la crónica del asesinato impune de una adolescente pueblerina. El último –En familia- es el relato de un suicidio.
Supongo que no es casual que la muerte sea el gran tema de esta trilogía. Después de todo, en los ríos de mi provincia se ha lavado la sangre de batallas históricas. Tampoco ha de ser casualidad que su accidente geográfico característico sean las cuchillas.