Estoy investigando tres casos de femicidio adolescente en la década del 80. La idea es escribir las crónicas de estos asesinatos que nunca fueron resueltos. Los tres ocurrieron en el interior del país, en pueblos pequeños que de pronto se encontraron con el horror del crimen. No es que en los pueblos nunca haya asesinatos; al contrario, son comunes las muertes en peleas de bar o los ajustes de cuentas. Pero en estos casos el culpable se encuentra rápido.
Estas chicas -María Luisa, Andrea y Sara- fueron asesinadas hace más de 20 años y sus muertes siguen impunes.
María Luisa estuvo desaparecida un par de días y la encontraron violada y asesinada en una zanja; Sara estuvo desaparecida casi un año y de ella solo aparecieron sus huesos en el río Calamuchita; Andrea apareció muerta en su cama con una puñalada en el corazón. Nadie preso por estos asesinatos.
¿Cómo se vive en un sitio donde todos nos conocemos con la sospecha de que uno de nosotros es un asesino?