
miércoles, 20 de octubre de 2010
Flower power
martes, 12 de octubre de 2010
Laura premia
::: SOBRE LA PRIMERA EDICION
En la primera convocatoria del “Certamen Nacional de Novela Laura Palmer no ha muerto”, organizado por Gárgola Ediciones, la novela ganadora fue Los hijos únicos, de Manuel Crespo, elegida entre 57 obras presentadas.
Los hijos únicos, que recorre los caminos del fin de la infancia y la adolescencia, que asienta su prosa en una lúcida constatación del paso del tiempo indagando en la naturaleza de la amistad, fue elegida por unanimidad por el jurado. La obra ganadora, publicada en la colección de narrativa joven que lleva el mismo nombre que el concurso, se presentará a fines de octubre, en lugar y horario a confirmar.
lunes, 4 de octubre de 2010
Die nacht des kometen

Marion Dick (Hrsg.):
Die Nacht des Kometen. Argentinische Autorinnen der Gegenwart
edition 8, ISBN 9783859901599, 19,00 €
September 2010 * Aus dem Spanischen übersetzt von Silke Kleemann, Angelica Ammar, Svenka
14 Autorinnen gelingt es in diesem Erzählband, ein genarationsübergreifenden Panorama zu
jueves, 30 de septiembre de 2010
Laura Palmer va de feria

Programación completa click.
sábado, 25 de septiembre de 2010
lunes, 13 de septiembre de 2010
lunes, 23 de agosto de 2010
Veo gente muerta
martes, 10 de agosto de 2010
lunes, 26 de julio de 2010
jueves, 22 de julio de 2010
Espías
martes, 20 de julio de 2010
martes, 13 de julio de 2010
miércoles, 23 de junio de 2010
A las brasas
martes, 15 de junio de 2010
Próxima pregunta!
ciclo de entrevistas abiertas
martes 22 de junio a las 20.00
entrevista a Selva Almada
sótano de librería Caligari (Bogotá 101)
organizan Caligari y Expreso Nova
entrada gratis
sábado, 29 de mayo de 2010
miércoles, 19 de mayo de 2010
Este jueves
jueves, 13 de mayo de 2010
Unite al club

Para poder mirarlo de cerca, Niño Valor y yo nos pusimos en puntas de pie y nos agarramos del borde del féretro con sumo cuidado, temerosos de que el menor movimiento fuese a derramar la muerte y nos salpicase los zapatos nuevos, los zoquetes blancos, las ropas de cumpleaños (…)
Recordar, a veces significa penetrar el manojo de sensaciones que se imprimieron en nosotros desde que éramos chicos: olores, sonidos, colores, texturas que vienen siempre de la mano de una experiencia. Los tres relatos que componen Una chica de provincia les ponen historias a esas sensaciones percibidas durante la infancia y la adolescencia. En todos los relatos conviven el principio y el final: la niñez y la muerte. Los niños descubren que la muerte no solo busca a los grandes. Los grandes cuentan con la posibilidad de salir a buscar la muerte. Con un tono que evade la tragedia, la mirada que persiste es poética en el mejor sentido del término: encuentra en el lenguaje una relación de completa intimidad.
Lo interesante de la escritura de Selva Almada es que entra en el recuerdo sin diseccionar, sin separar, sin organizar. Se mete en esa maraña de imágenes, para seguir formando parte de ellas.
A quienes les guste leer con un lápiz en la mano (una buena forma de “degustar” la literatura), los que dejan marcas en los textos o ponen signos de admiración, deberán sacarle una buena punta en este caso, porque muchos pasajes de este libro invitan a reparar en ellos: a leerlos, subrayarlos, releerlos. Siempre es un festín cuando la literatura es rica. Y siempre deja, también, las ganas de más. No saciarse nunca, ahí está el secreto.
viernes, 23 de abril de 2010
martes, 20 de abril de 2010
domingo, 11 de abril de 2010
Este jueves, de punta en blanco
miércoles, 17 de marzo de 2010
Bombos y platillos
sábado, 13 de marzo de 2010
Volver al pago
A partir del 9 de abril arranca el taller de narrativa en Éter Escuela de Comunicación, en Paraná. Por informes e inscripción llamar al (043) 4228930, de lunes a viernes de 17 a 23. O a selvaalmada@gmail.com .
sábado, 6 de marzo de 2010
Capítulo 1

Veladas noveladas es una buenísima idea de Marcos Almada y Patricio Eleisegui que arrancó esta semana y se repite una vez al mes. Invitan a tres escritores a leer avances de la novela que están escribiendo (un ciclo para ansiosos que no pueden esperar a que la novela se edite para leerla, como dijo Marcos en su presentación) y, lo más novedoso, es que nadie lee su propio texto si no el de otro invitado: el escritor entonces se convierte en oyente, en espectador de su relato.
En el blog www.corrincho.blogspot.com pueden ver fotos de la noche pasada y enterarse de los próximos encuentros.
domingo, 28 de febrero de 2010
Work in progress
viernes, 12 de febrero de 2010
A despuntar el vicio
miércoles, 20 de enero de 2010
Adiós, querido Lolo
Lolo trabajaba en una fábrica de ladrillos y vivía ahí mismo, solo, con una decena de perros atigrados. Aunque era en el campo, tenía algo de desierto. Salíamos a la mañana temprano en el camión de José Bertoni y andábamos dos horas largas por caminos de tierra: las nubes de polvo, blancas, espesas, no nos dejaban ver casi nada del paisaje.
Cuando nos íbamos acercando a los dominios de Lolo, veíamos el cielo iluminado por las lenguas de fuego de los hornos encendidos. Las llamas de las piras altísimas que él mismo había armado a la madrugada, se movían hacia un lado y hacia otro según les daba el viento. Cerca, apoyado en una vara larga que usaba para acomodar los leños encendidos, Lolo, sudado, vestido apenas con una especie de chiripá, permanecía inmóvil, en ese estado como hipnótico que provoca el fuego y del que recién salía cuando frenaba el camión y sus perros se lanzaban sobre el vehículo, ladrando y gruñendo, tal vez creyendo que esa bestia mecánica, desconocida, venía a atacar a su dueño. Lolo usaba la misma vara larga para espantarlos.
Aunque él y José Bertoni no se llevaban demasiado bien –tenían vidas muy distintas, formas diferentes de ver el mundo-, lo alegraban nuestras visitas; le gustaban los animales y los niños y siempre nos trataba muy bien.
Pasábamos todo el día con él.
Los dos hombres no hablaban mucho entre sí. En definitiva no tenían mucho en común: la misma sangre de los Bertoni mezclada con la de Mino Gómez, aquel tío bandolero, ladrón de poca monta, asesinado en Paysandú por un lío de polleras; un pasado cada vez más lejano donde ellos dos habían sido niños iguales a nosotros, pero menos afortunados, repartiéndose entre los juegos y los trabajos duros del campo, heredando uno las ropas que dejaba el otro, apañándose en las travesuras, recibiendo los chirlos que una Manuela joven, de pulso firme, repartía equitativamente entre su prole numerosa cuando hacía falta; un presente incierto que los ponía frente a frente dos o tres veces por año.
El horno de ladrillos parecía pertenecer a otro tiempo y otro espacio, uno muy antiguo, sacro. Las hileras de ladrillos aún sin cocer parecían tumbas en miniatura, sin nombre y sin cruz. Los que ya estaban listos, en cambio, se ordenaban formando pilas de más de un metro de altura y recordaban vagamente a los templos mayas. Como si en el interior de éstos descansara el corazón de los dioses y en el de aquellos, simplemente el de los hombres; y Lolo, plantado sobre la faz de la tierra, amasaba, moldeaba y cocinaba unos y otros.
(Lolo fabricaba buenos ladrillos; José Bertoni construía buenas casas.)
Cuando nos íbamos, Lolo volvía tranquilamente a su trabajo. Con las cabezas afuera de la ventanilla, lo veíamos empequeñecerse a medida que avanzábamos hasta que dejaba de ser un hombre para ser un punto quieto contra el cielo incendiado.
(De Niños, Edulp 2005)