Una chica de provincia, de Selva Almada.
Gárgola ediciones, Buenos Aires, 2007.
Por Jimena Néspolo
Selva Almada (Entre Ríos, 1973) encuentra su voz en el relato de la infancia en tierras de provincia –infancia asumida como valor y como enigma–, y desde esa piedra de toque singular anuncia su promesa. El volumen se organiza en tres secciones, dos nouvelles (“Niños” y “Chicas lindas”) y un apartado final (“En familia”) que agrupa siete relatos breves muy logrados planteados a modo de variaciones sobre un mismo enigma familiar, el relato de un suicidio. Si bien el volumen insinúa las lecturas iniciáticas de Mark Twain, Verne, Salgari y Louise M.Alcott, el realismo demorado de esta prosa que indaga el enigma de la muerte reinventa nuevos afluentes para esa “zona-Saer” de la literatura argentina de entre siglos. Selva Almada es –según se presenta en la contratapa del libro– de una provincia donde se han librado batallas históricas, donde su accidente geográfico característico son las cuchillas. La vida y la literatura dirán qué hace Almada con tamaña herencia.